La palabra fácil viene del latín facĭlis, ‘fácil, factible’ y también ‘dócil, suave, dispuesto a aprender…’. Su raíz es el verbo latino facĕre ‘hacer’ por lo que facĭlis significaría “factible, que se hace”.

Ir a la raíz nos inspira a poder definir la facilitación desde la mirada de la ACCIÓN, como aquello que hace posible la acción correcta, el movimiento evolutivo sea posible para una persona, grupo, organización, empresa… Y desde la mirada de la ACTITUD, así podemos definir facilitación también como un acompañamiento que ayuda a crear una actitud dispuesta, abierta al avance, que a veces surge creando las condiciones idóneas para la expresión, descubrir dinámicas ocultas de poder en los grupos, raíces disfuncionales en los sistemas… Desde la mirada SISTÉMICA podríamos definir la facilitación como un acompañamiento a restaurar el orden que permite que fluya el AMOR.

En otros términos, podemos definir la facilitación como una práctica que aporta efectividad y conciencia a los grupos. Este rol permite optimizar la dinámica de un grupo, para que este tome mayor conciencia de si mismo, cumpla sus objetivos, o evolucione hacia un lugar de bienestar para sus miembros y su sentido vital. La facilitación, entre otras, fomenta la comunicación no violenta y efectiva, la colaboración, la toma de decisiones participada y eficiente y la resolución de conflictos.